Villas Parcelas - Una tarde en Javea

Es una de esas típicas tardes de domingo en Jávea. Atrapo los últimos rayos de sol en la playa mientras analizo lo que sucede a mi alrededor. El mercado nocturno acaba de comenzar en el bulevar; es una vista encantadora Joyas caseras, atrapasueños trenzados y alfombras pintadas decoran los puestos de madera y atraen a los turistas soñadores de la playa. Los jóvenes se divierten con torneos organizados de voleibol, mientras que las terrazas se llenan de parejas bronceadas que disfrutan de un Aqua de Valencia local. Mientras tanto, el Montgó y la paleta rosa en el aire forman un hermoso telón de fondo para el espectáculo semanal de flamenco. Los últimos amantes del sol consultan su plan para la noche. ¿Se quedan en el animado bulevar?

¿Comerán tapas en el pintoresco casco antiguo con sus calles estrechas, edificios históricos y luces románticas? ¿Pasarán la noche en el hermoso puerto, donde podrá disfrutar de un pescado fresco mientras contempla la bahía? ¿O acabarán en uno de los clubs de playa bebiendo cócteles? Es un problema de lujo saber que lo que sea que elijan, no pueden equivocarse.

No tengo que tomar ninguna de esas decisiones "complicadas" hoy. Mientras levanto mi libro y sacudo la arena de mi cabello, pienso en mi noche por delante. Acabo de pasar el día leyendo informes de propiedad y ahora me dirijo a una barbacoa en la casa de mi familia, ubicada al pie del Montgó. Muchos amigos de diferentes países estarán allí. Los que crecieron aquí, los que se mudaron aquí y los que están de vacaciones.

Será el tipo de barbacoa que siempre me recuerda a un comercial de Bertolli. Nos sentaremos bajo la pérgola, botellas de vino tinto y velas llenarán la mesa, las verduras y el pescado a la parrilla, y el vecino; quien solía ser un chef, pasará para servir una paella casera.

Los limones se recogerán de los árboles en el jardín para ponerlos en las jarras de agua y los perros esperarán pacientemente a nuestros pies, pidiendo una salchicha. Comeremos y beberemos hasta que estemos cansados ​​y listos para regresar a nuestras casas.

Mientras camino de la oficina al coche (que me llevará a la barbacoa Bertolli), me doy cuenta de lo diferente que es la vida desde que me mudé a España. El contraste es enorme. Se cambiaron suéteres y jeans por camisas y shorts, sombrillas por sombrillas, oficinas industriales por las que tienen vista al mar. Las mañanas de tráfico estresante se intercambiaron por paseos tranquilos por las colinas y pagar más por menos se convirtió en pagar menos por más. De 'ser vivido' me fui a vivir.

Con el sol en mi piel y el mar como fondo, hice de Jávea mi hogar, y es una de las mejores cosas que he hecho.